La ciencia detrás de los gallitos

La ciencia detrás de los gallitos

montamos la carnita asada sobre una tortilla de TortiRicas, le agregamos guacamole o pico de gallo y nos mandamos el gallito parrillero, ¡de eso no hay duda!

Pero también hay uno que otro datillo que usualmente ignoramos pero que nos parecen importantes y por eso te los dejamos aquí, así la próxima vez que armás una parrillada en la choza podés verte aún más crack con esos datos curiosos que te aumentan el nivel entre las brasas.

Empecemos justo por ahí, las brasas. Obviamente que todos estamos conscientes que estas son producto del contacto entre el fuego, el conductor de calor (leña o fuego), el alimento sobre las rejillas e incluso el aire que también juega un papel importantísimo en el asado.

La vara funciona así: el aire caliente va hasta la parte superior de la parrilla, las brasas emiten esa radiación que se propaga hasta la carnita y los hierros de la parrilla transfieren calor por conducción a los alimentos y al entorno también.

No vamos a profundizar mucho en la vara porque todos estamos clarísimos de cuál es la verdadera ciencia, que de complejo no tiene nada, pero si queremos aumentar nuestro nivel de conocimiento y agregarle “palabrillas de domingo” a toda esta experiencia frente a las brasas, la reacción Maillard es ese toque “caramelizado” que logran los alimentos una vez sometidos a este proceso de cocción sobre la ama y señora de todos los fines de semana: la parrilla.

Bueno, ahí te dejamos el dato, préstale atención a eso de los conductores de calor, las reacciones del calor junto con el aire, el papel del carbón y la exquisita combustión que nos conduce a los gallitos parrilleros que ¡obvio! preparás con TortiRicas.